Page 12 - Boletin Observatorio Internacional
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sobre los inocentes en Medio Orientes o, peor aún, una respuesta absoluta y contundente a todos los conflictos que padece la región, lamento decirle que no los hallará aquí.
Lo que ofrezco es mi visión personal de una región del planeta que se ha convertido, en los últimos años, en la más sanguinaria, violenta y desesperanzadora de todas las que componen este mundo que compartimos todos.
El 2016 fue rutinario y ya nada sorprendente al abrir el periódico, Facebook, Twitter o incluso YouTube para encontrarnos con escenas de asesinatos en masa, ajusticiamientos de civiles, el éxodo desgarrador de mujeres y niños, encarcelamientos y torturas de periodistas, disidentes políticos y activistas humanitarios.
Ya no nos sorprende la guerra terrible de la República de Yemen, en la cual inocentes mueren por los cálculos regionales que enfrenta en ese pobre e ignorado país a algunos países árabes sunitas como Arabia Saudita o Qatar con Irán, una república islámica chiita.
Las noticias, fotografías, análisis de expertos
dictados desde la ONU o alguna capital europea (incluida Moscú) sobre la situación de Siria, son cosa cotidiana. Por un lado, nos han confundido por la inconmensurable cantidad de información contradictoria que se nos ofrece por radio, televisión y prensa; y por otro, la sensación de que subiendo una noticia a una red social, dándole “Like” u ofreciendo muestras cursis, baratas y en el fondo totalmente falsas e hipócritas sobre lo que padecen millones de sirios inocentes —atrapados entre un gobierno represor y una oposición inhumana que no dudan, ambos, en sacar beneficio político del sufrimiento de los suyos—, ha tenido el efecto abrumador de confundirnos sobre el origen y motivo real de los propios conflictos y tensiones.
Conflictos internos
Yemen y Siria, con sus guerras intestinas fomentadas por potencias regionales como Turquía, Irán, Arabia Saudita y por la intervención directa e indirecta de Estados Unidos y Rusia, comparten espacio mediático con Turquía, la cual ha descendido a niveles de represión gubernamental impensables para un país que hace una década se pensaba sería la vanguardia del mundo islámico y que hoy purga a los disidentes políticos, académicos y periodistas críticos con el gobierno de Erdogan, quien por su parte culpa a todos (Fetullah Gulen, Europa, judíos, armenios, kurdos, rusos, entre otros sospechosos comunes del régimen turco) de cualquier mal que aqueje a sus ciudadanos.
En este punto, debo aclara que considero que la sociedad turca es en gran parte responsable de creer y apoyar a un gobierno que ha pasado todos los límites de la decencia y el honor, pues ha permitido que Erdogan y sus cómplices desbaraten las instituciones democráticas del país, persiga y encarcele a los opositores
políticos, agreda constantemente a los
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