Page 5 - Boletín Observatorio Octubre 2016
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En tanto, la votación dejó en evidencia, nuevamente, una polarización que lleva a recordar antiguos resabios de las pugnas entre liberales y conservadores que carac- terizaron la historia política colombiana, las cuales lentamente generaron las condicio- nes para el surgimiento de grupos subver- sivos en la década del ’20.
En la actualidad, esto ha quedado re ejado en que algunas regiones seriamente gol- peadas por la guerrilla se encuentren dividi- das frente al proceso de paz; por ejemplo, los departamentos de Caquetá y el Meta dijeron “No”, mientras otras como el Cauca, Guaviare o Sucre apostaron por el “Sí”.
¿Cuáles fueron los puntos que los oposi- tores no tranzaron? En primera instancia, la impunidad de la que gozarían los gue- rrilleros en la denominada “Justicia Transi- cional”. Esta se enmarcaba en la creación de un Sistema Integral de Verdad, Justicia, Reparación y No Repetición, dentro del cual aquellos guerrilleros que fuesen impli- cados en crímenes graves pero no de lesa humanidad, tendrían la opción de acogerse a sanciones de restricción de libertades y derechos de un máximo de 8 años, pero sin penas de cárcel, bajo un tribunal especial. Este fue un punto irreconciliable, si se piensa que el propio “Timochenko” enfrenta hoy más de 15 condenas que en su conjunto sumarían cerca de 450 años de prisión.
La participación política, mediante 10 cupos asegurados en el Congreso a partir de las próximas elecciones, fue otro elemento con- troversial. La mayor parte de la sociedad colombiana no puede perdonar que aquellos implicados en crueles matanzas, se presenten ahora ante el pueblo como re- presentantes. “A la comunidad internacio- nal le pregunto si un país democrático daría elegibilidad a alguien que puso un collar bomba a un secuestrado. A los jóvenes les digo que la paz es ilusionante, pero el texto de La Habana, decepcionante”, indicó el ex Presidente Álvaro Uribe, principal detractor del acuerdo.
El senador del partido Centro Democráti- co lideró una campaña a lo largo del país en férrea oposición a los acuerdos, posi- cionándose fuertemente en la política co- lombiana, que lo hace acreedor de altos niveles de popularidad. No hay que olvidar que durante su mandato, en el cual Santos fue Ministro de Defensa, las FARC-EP re- cibieron fuertes golpes que mermaron su capacidad ofensiva.
En este contexto, Uribe —quien se ha referido en duros términos a la guerrilla— adquiere un rol preponderante en las ne- gociaciones que deberán iniciarse con el Gobierno, pues representa  elmente el sentir de todos quienes votaron por el “No”. Desmarcado de la Comisión de Alto Nivel que conformó Santos con representantes de los distintos sectores del “No”, Uribe optó por solicitar una reunión personal con el Presidente, en la cual manifestó los ajustes al acuerdo que estima necesario realizar, enfatizando que “es mejor la paz para todos los colombianos que un acuerdo débil para la mitad de los ciudadanos”.
Este monumental esfuerzo realizado por Santos —que le signi có ser galardona- do con el Premio Nobel de la Paz 2016— tendrá que adquirir un nuevo rumbo, pues frente a este escenario, el desafío es de gran complejidad. Deberá lograr un amplio consenso entre las distintas fuerzas polí- ticas que permita estructurar una nueva propuesta que interprete a los diversos sectores de la sociedad, tarea nada fácil considerando que una renegociación del acuerdo, indudablemente, disminuirá los bene cios alcanzados por la guerrilla.
Las acciones realizadas por las FARC-EP previas al plebiscito, como la destrucción de 600 kilos de explosivos y la pública dis- posición a declarar los bienes que tienen para destinarlos a la reparación de las víctimas, no han sido su cientes para in- crementar la con anza de la ciudadanía, donde solo cuentan con el 3% de apoyo de la población. Las recientes declaraciones


































































































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