Page 8 - Boletín Observatorio Octubre 2016
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ciones, el período de propaganda puede durar de seis a diez meses. A di- ferencia de Chile, en que los candidatos se de nen al prin- cipio del proceso o directamente en la elección, en Estados Unidos los candidatos del bi- partidismo corren una larga carrera en la que sus rivales van cayendo poco a poco, como si fuera un reality show.
En esta carrera los
medios son clave,
ya que ellos reportan cada uno de los hitos (naturales y fabricados) y son quienes permanentemente fomentan —desde su asumido rol de Cuarto Poder— que los can- didatos se enfrenten a sus rivales, desta- cando sus debilidades y buscando errores, malas decisiones y trapos sucios.
Los medios también son clave para llegar a un país de más de 300 millones de personas, en que conviven realidades dia- metralmente opuestas y en que la visión nacional convive con la estatal y la local.
La destrucción del contrario
Para entender la comunicación de las campañas presidenciales estadouniden- ses, es interesante la visión que nos da Manuel Castells sobre la comunicación política: en procesos de cambio y compe- tencia, ella se caracteriza porque se orienta a la destrucción de la reputación del con- trario a través de mostrarse como la mejor opción y al otro como incapaz. Esto obliga a copar los espacios de discusión y, espe- cialmente, establecer una agenda que per-
manentemente genere hitos que ayuden a mostrar que los otros actores no son aptos.
Esta visión es interesante, porque ambos candidatos presidenciales son personas poco carismáticas y que tienen un alto nivel de rechazo. Es así, como en esta elección —al contrario de la anterior, en que Obama capitalizó la aprobación y la esperanza a través del “Yes, we can”— ambos candida- tos se enfrentan a motivar a un electorado que no se entusiasma con ellos.
La estrategia se basa en, justamente, atacar las debilidades del otro, buscando que el electorado se decepcione o con rme que no son aptos para tener los códigos nucleares (como acusa Hillary a Trump) o para tener el su ciente criterio de no usar el email personal en materias de Estado (como Trump planteó que hizo Hillary).
Junto a lo anterior, otro elemento intere- sante de esta campaña ha sido llevar al extremo lo permitido por la legislación: que el ataque se produzca no solo desde las estructuras tradicionales —medios y partidos— sino también desde grupos de interés organizados, que son capaces de
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